domingo, 23 de diciembre de 2012
domingo, 26 de agosto de 2012
René Favaloro
El eminente cirujano cardiovascular argentino Dr. René Favaloro (1923-2000) se quitó la vida para resaltar la corrupción imperante en el sistema de salud de su patria.
Aunque esta carta "no
funcionó" leerla es un homenaje a Favaloro
El Juez liberó la nota que dejó el Dr. René Favaloro antes de suicidarse.
(Del Dr. René Favaloro/ julio 29-2000
- 14,30 horas)
Si se lee mi carta de renuncia a
la Cleveland Clinic, está claro que mi regreso a la Argentina (después de haber
alcanzado un lugar destacado en la cirugía cardiovascular se debió a mi eterno
compromiso con mi patria. Nunca perdí mis raíces. Volví para trabajar en docencia,
investigación y asistencia médica. La primera etapa en el Sanatorio Güemes,
demostró que inmediatamente organizamos la residencia en cardiología y cirugía
cardiovascular, además de cursos de post grado a todos los niveles.
Le dimos importancia también a la investigación clínica en donde participaron
la mayoría de los miembros de nuestro grupo. En lo asistencial exigimos de
entrada un número de camas para los indigentes. Así, cientos de pacientes
fueron operados sin cargo alguno. La mayoría de nuestros pacientes provenían de
las obras sociales. El sanatorio tenía contrato con las más importantes de
aquel entonces.
La relación con el sanatorio fue
muy clara:los honorarios, provinieran de donde provinieran, eran de nosotros;
la internación, del sanatorio (sin duda la mayor tajada).
Nosotros con los honorarios pagamos las residencias y las
secretarias y nuestras entradas se distribuían entre los
médicos proporcionalmente.
Nunca permití que se tocara un solo peso de los que no
nos correspondía.
A pesar de que los directores
aseguraban que no había retornos, yo conocía que sí los había. De vez en
cuando, a pedido de su director, saludaba a los sindicalistas de turno, que
agradecían nuestro trabajo. Este era nuestro único contacto.
A mediados de la década del 70, comenzamos a organizar la Fundación.
Primero con la ayuda de la Sedra, creamos el departamento de investigación
básica que tanta satisfacción nos ha dado y luego la construcción del Instituto
de Cardiología y cirugía cardiovascular.
Cuando entró en funciones, redacté los 10 mandamientos que debían
sostenerse a rajatabla, basados en el lineamiento ético que siempre me ha
acompañado.
La calidad de nuestro trabajo, basado en la tecnología incorporada más la
tarea de los profesionales seleccionados hizo que no nos faltara trabajo, pero
debimos luchar continuamente con la corrupción imperante en la medicina (parte
de la tremenda corrupción que ha contaminado a nuestro país en todos los
niveles sin límites de ninguna naturaleza). Nos hemos negado sistemáticamente a
quebrar los lineamientos éticos, como consecuencia, jamás dimos un solo peso de
retorno. Así, obras sociales de envergadura no mandaron ni mandan sus pacientes
al Instituto.
¡Lo que tendría que narrar de las innumerables entrevistas con los
sindicalistas de turno!
Manga de corruptos que viven a costa de los obreros y coimean
fundamentalmente con el dinero de las obras sociales que corresponde
a la atención médica.
Lo mismo ocurre con el PAMI. Esto lo pueden certificar los médicos de mi
país que para sobrevivir deben aceptar participar del sistema implementado a lo
largo y ancho de todo el país.
Valga un solo ejemplo: el PAMI tiene una vieja euda con
nosotros (creo desde el año 94 o 95) de 1.900.000 pesos; la hubiéramos
cobrado en 48 horas si hubiéramos aceptado los retornos
que se nos pedían (como es lógico no a mí directamente).
Si hubiéramos aceptado las
condiciones imperantes por la corrupción del sistema (que se ha ido incrementando
en estos últimos años) deberíamos tener 100 camas más. No nos daríamos abasto para
atender toda la demanda.
El que quiera negar que todo esto es cierto
que acepte que rija en la Argentina, el principio fundamental de la libre
elección del médico, que terminaría con los acomodados de turno.
Lo mismo ocurre con los
pacientes privados (incluyendo los de la medicina prepaga) el médico que envía
a estos pacientes por el famoso ana-ana , sabe, espera, recibir una jugosa participación
del cirujano.
Hace muchísimos años debo escuchar aquello de que Favaloro no opera más!
¿De dónde proviene este infundio?. Muy simple: el pacientes es estudiado.
Conclusión, su cardiólogo le dice que debe ser operado. El paciente acepta y
expresa sus deseos de que yo lo opere. 'Pero cómo, usted no sabe que Favaloro
no opera hace tiempo?'. 'Yo le voy a recomendar un cirujano de real valor, no
se preocupe'. El cirujano 'de real valor' además de su capacidad profesional
retornará al cardiólogo mandante un 50% de los honorarios!
Varios de esos pacientes han venido a mi consulta no obstante las 'indicaciones'
de su cardiólogo. '¿Doctor, usted sigue operando?' y una vez más debo explicar
que sí, que lo sigo haciendo con el mismo entusiasmo y responsabilidad de
siempre.
Muchos de estos cardiólogos, son de prestigio nacional
e internacional.
Concurren a los Congresos del
American College o de la American Heart y entonces sí, allí me brindan toda
clase de felicitaciones y abrazos cada vez que debo exponer alguna 'lecture' de
significación. Así ocurrió cuando la de Paul D. White lecture en Dallas,
decenas de cardiólogos argentinos me abrazaron, algunos con lágrimas en los
ojos. Pero aquí, vuelven a insertarse en el 'sistema' y el dinero es lo que más
les interesa.
La corrupción ha alcanzado niveles que nunca pensé presenciar.
Instituciones de prestigio como el Instituto Cardiovascular Buenos Aires, con
excelentes profesionales médicos, envían empleados bien entrenados que visitan
a los médicos cardiólogos en sus consultorios. Allí les explican en detalles
los mecanismos del retorno y los porcentajes que recibirán no solamente por la
cirugía, los métodos de diagnóstico no invasivo (Holter eco, camara y etc,
etc.) los cateterismos, las angioplastias, etc. etc., están incluidos..
No es la única institución. Médicos de la Fundación me han mostrado las
hojas que les dejan con todo muy bien explicado. Llegado el caso, una vez el
paciente operado, el mismo personal entrenado, visitará nuevamente al
cardiólogo, explicará en detalle 'la operación económica' y entregará el
sobre correspondiente!.
La situación actual de la Fundación es desesperante, millones de pesos a
cobrar de tarea realizada, incluyendo pacientes de alto riesgo que no podemos
rechazar. Es fácil decir 'no hay camas disponibles'.
Nuestro juramento médico lo impide.
Estos pacientes demandan un alto costo raramente reconocido por las obras
sociales. A ello se agregan deudas por todos lados, las que corresponden a la
construcción y equipamiento del ICYCC, los proveedores, la DGI, los bancos, los
médicos con atrasos de varios meses.. Todos nuestros proyectos tambalean y cada
vez más todo se complica.
En Estados Unidos, las grandes instituciones médicas, pueden realizar su
tarea asistencial, la docencia y la investigación por las donaciones que
reciben.
Las cinco facultades médicas más trascendentes reciben más de 100 millones
de dólares cada una! Aquí, ni soñando.
Realicé gestiones en el BID que nos ayudó en la etapa inicial y luego
publicitó en varias de sus publicaciones a nuestro instituto como uno de sus
logros!. Envié cuatro cartas a Enrique Iglesias, solicitando ayuda (¡tiran
tanto dinero por la borda en esta Latinoamérica!) todavía estoy esperando
alguna respuesta. Maneja miles de millones de dólares, pero para una
institución que ha entrenado centenares de médicos desparramados por nuestro
país y toda Latinoamérica, no hay respuesta.
¿Cómo se mide el valor social de
nuestra tarea docente?
Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta tiene su precio. A
la corta o a la larga te lo hacen pagar.
La mayoría del tiempo me siento solo. En aquella carta de renuncia a la C.Clinic
, le decía al Dr. Effen que sabía de antemano que iba a tener que luchar y le
recordaba que Don Quijote era español!
Sin duda la lucha ha sido muy desigual.
El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a resquebrajarse.
Hemos tenido varias reuniones, mis colaboradores más cercanos, algunos de
ellos compañeros de lucha desde nuestro recordado Colegio Nacional de La Plata,
me aconsejan que para salvar a la Fundación debemos incorporarnos al ´sistema'.
Sí al retorno, sí al
ana-ana.
'Pondremos gente a organizar todo'. Hay 'especialistas' que saben como hacerlo.
'Debes dar un paso al costado. Aclararemos que vos no sabes nada, que no estás enterado'.
'Debes comprenderlo si querés salvar a la Fundación'.
¡Quién va a creer que yo no estoy enterado!
En este momento y a esta edad
terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, mis maestros y
profesores me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar, prefiero
desaparecer.
Joaquín V. González, escribió la lección de optimismo que se nos entregaba
al recibirnos: 'a mí no me ha derrotado nadie'. Yo no puedo decir lo mismo. A
mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla. Estoy cansado
de recibir homenajes y elogios al nivel internacional. Hace pocos días fui
incluido en el grupo selecto de las leyendas del milenio en cirugía
cardiovascular.
El año pasado debí participar en
varios países desde Suecia a la India escuchando siempre lo mismo:
'¡La leyenda, la leyenda!'
Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar
siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad
del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría
vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el
contrario se castiga.
Me consuela el haber atendido a mis pacientes sin distinción de ninguna
naturaleza. Mis colaboradores saben de mi inclinación por los pobres, que viene
de mis lejanos años en Jacinto Arauz.
Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía
Don Ata.
No puedo cambiar.
No ha sido una decisión fácil pero sí meditada.
No se hable de debilidad o valentía.
El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, hable de
debilidad o valentía.
El cirujano vive con la muerte, es su
compañera inseparable, con ella me voy de la mano.
Sólo espero no se haga de este acto una comedia. Al periodismo le pido que
tenga un poco de piedad.
Estoy tranquilo. Alguna vez en un acto académico en USA se me presentó
como a un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo,
es cierto. Espero que me recuerden así.
En estos días he mandado cartas desesperadas a entidades nacionales,
provinciales, empresarios, sin recibir respuesta.
En la Fundación ha comenzado a actuar un comité de crisis con asesoramiento
externo. Ayer empezaron a producirse las primeras cesantías. Algunos, pocos,
han sido colaboradores fieles y dedicados. El lunes no podría dar la cara.
A mi familia en particular a mis queridos sobrinos, a mis colaboradores, a
mis amigos, recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la
obligación de seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no
es poco.
Una vez más reitero la obligación de cremarme inmediatamente sin perder
tiempo y tirar mis cenizas en los montes cercanos a Jacinto Arauz, allá en La
Pampa.
Queda terminantemente prohibido realizar ceremonias religiosas o civiles.
Un abrazo a todos
René Favaloro
lunes, 9 de julio de 2012
miércoles, 23 de mayo de 2012
La Hijoputez
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“Hacia Una Teoría General Sobre Los Hijos de Puta” (Tusquets editores) SINOPSIS
Mediante
una perspectiva genética –que no deja de lado la historia, la literatura e
incluso la filosofía–, este fisiólogo celular y molecular examina la
«hijoputez» como «infamia universal». Según su análisis, el afán por causar
daño al prójimo es mucho más que un comportamiento cultural o psicológico,
responde a pautas y patrones que permiten un estudio de la maldad desde un
punto de vista biológico. Con un lenguaje ameno, siempre apegado a la
ciencia, Cereijido busca una explicación al comportamiento de los soldados en
Guantánamo y Abu Ghraib, los distintos tipos de castigos y tormentos
infligidos a través de la historia, así como el maltrato cotidiano al que
están expuestos millones de personas condenadas a la pobreza por una serie de
decisiones tomadas por «hijos de puta».
IntraMed dialoga con Marcelino Cereijido. Un científico provocador, un libro apasionante.
Como
investigador profesional (fisiología celular y molecular) Marcelino Cereijido
está sometido y acostumbrado a un implacable “publish or perish”. Pero
dedica sus horas libres a escribir ensayos sobre temas que todavía no
son territorios exclusivos de la ciencia: “La Nuca de Houssay”, “La Muerte y
sus Ventajas”, “La Ciencia Como Calamidad”. Ahora publica en Argentina
“Hacia Una Teoría General Sobre Los Hijos de Puta” (Tusquets), libro que
desde la misma portada nos causa dos respingos: por lo insólito del
tema y por la grosería del título.
“¿Insólito
el tema? se sorprende el autor. ¡Para nada!” Es tan antiguo que ya se
lo debatía un milenio antes de que se desarrollara la ciencia
moderna, y ha mandado a la hoguera a quien lo enfocó incorrectamente.
En el Siglo V Agustín de Hipona (“San Agustín”) afirmaba
que al Universo lo había creado un arquitecto perfecto: Dios.
¿Perfecto? ¿Entonces –dudaban algunos teólogos- por qué hay terremotos,
sequías, hambrunas, guerras, piojos, enfermedades, crímenes. Quien, para
poder responder,0 admitiera cierta chapucería divina podía morir
quemado en una pira. Si en cambio argumentaban que Dios
había creado un universo perfecto, pero el Diablo metía su
cola, dicha respuesta inauguraba por lo menos otras dos
escuelas teológicas, ambas peligrosas: (1) que Dios no debía ser tan
todopoderoso como se creía, pues era incapaz de mantener a raya al Diablo.
(2) si en cambio opinaba que Dios permite que el
Satanás cometa diabluras para ponernos a prueba, le retrucaban ¿A
prueba? ¿Acaso no es omnisciente? ¿Necesita matar de fiebre
puerperal una de cada cinco mujeres durante el parto, o hacer
morir media Europa en una epidemia de Peste Negra para
averiguarlo?.
Con el colapso de los modelos teológicos, el tema del Mal fue desvaneciéndose, y lo acabaron de matar los humanistas, para quienes ese tipo de fenómenos ocurre en el plano de la ética. Sin embargo basta abrir cualquier periódico, en cualquier país, cualquier día, para constatar que la perversidad del ser humano supera ampliamente al cáncer, la lepra, el Alzheimer, y las enfermedades cardíacas puestos juntos en eso de arruinar la vida. Por eso Cereijido se pregunta: en un Siglo XXI que dedica institutos descomunales regados por todo el mundo al son de millones y millones de dólares para estudiar esos flagelos ¿cómo es que el análisis de la maldad humana recibe tan poca atención de los científicos? La respuesta está contenida en la opinión de Karl Popper, para quien una pregunta sólo se puede considerar científica cuando podemos hacer algo por responderla. Podría ser que el tema de la perversidad esté aun demasiado verde para un tratamiento verdaderamente científico; por eso Cereijido recurre al género ensayo.
En
cuanto a la grosería del título, el autor es el primero en reconocerla
y lamentarla, pero es la humanidad entera que coincide en llamar “hijo
de puta” al
perverso, y semejante coincidencia no le pasa desapercibida a Cereijido que
quiere revisar si la sabiduría popular tiene algo que decir al respecto. ¡Y
lo tiene! Justamente el Capítulo 8 se llama: “¿Las prostitutas tienen algo
que ver con todo esto?” y la respuesta es enfáticamente positiva; ya veremos.
Cereijido llega a lamentar que el mero llamarla “hijoputez” surge de una actitud
imperdonablemente machista, pero es que este machismo está en la raíz
del problema. Sólo espera que la lectura de su libro lo aclare y llegue a
disculparlo.
Cereijido
aclara que, así como en pleno Siglo V Agustín de Hipona no hubiera podido
dejar de darnos una explicación “a la teológica”, en pleno Siglo XXI él
solo puede intentar una interpretación “a la científica”. Pero ¿en qué
consiste una explicación científica? Justamente el Capítulo 2
(“Maneras de Interpretar la Realidad”) nos entera de cómo sería una
interpretación “a la científica”. Y en el Capítulo 3 (¿Raíces
biológicas de la hijoputez?) ya empieza a mostrarnos de lleno los
frutos de su enfoque, porque si realmente la
hijoputez tuviera una raíz biológica, significaría que ya la
traemos codificada en nuestros genes, en cuyo caso todos somos
hijos de puta en potencia. Pero aquí el autor comienza a enseñarnos
cosas útiles, que nos enriquecerán aun en el caso de que al final de su
ensayo pudiéramos llegar a discrepar con él. Por ejemplo Pep Guardiola
ha dicho recientemente “Messi tiene el gen del gol”. Por supuesto lo ha dicho
metafóricamente, pues quien conozca el ABC de la evolución molecular, sabe
muy bien que un gen no puede ser seleccionando a lo largo de cientos de
millones de años para que un futbolista haga goles en el Siglo XXI. Pero
entonces ¿cómo podría la hijoputeztener raíces biológicas? Sobre
todo teniendo en cuenta que hace, digamos, cuarenta millones de años ni
siquiera existían los Homo sapiens (nuestra especie). ¿Acaso la
prostitución es más antigua que la humanidad? Y aquí viene una de las tantas
sorpresas del ensayo “Hacia Una Teoría General Sobre La Hijoputez”: sí
llamamos “prostituta” a la hembra que permita que el macho la
copule para obtener alguna ventaja, en momentos en que no podría procrear
pues ni siquiera está en celo, démonos por informados que hay peces
hembras y aves hembras que ejercen la prostitución cada vez que les conviene.
Luego,
si hacemos sinónimos “hijoputez” y “perversidad”, arriesgamos
caer en antropocentrismos ¿Hay animales perversos? Cereijido advierte
claramente el peligro de adjudicar valores humanos a un bicho de hace
cincuenta millones de años. Pero su argumento va más o menos así: desde
que la Evolución aprendió a hacer animales de cuatro patas lo encontró tan
ventajoso que le pasó la receta a nuestra madre para que nos pusiera cuatro
miembros a nosotros también. Hay arañas que en plena cópula le
devoran la cabeza al macho, lo que indica que la Evolución se tomó
largo tiempo en forjar dicha conducta. ¿Estamos seguro de que las
recetas genéticas para darles esos atributos a las arañas no han llegado
hasta nosotros? Y si no llegó ¿de qué manera las ha frenado, o las mantiene
inhibidas? Científicamente el asunto es muy complejo, pues es necesario
buscar no solo si hemos heredado un atributo que nos haga hijos de
puta, sino también qué formación tiene entre sus funciones la de mantenerlo a
raya.
En el
Capítulo 4 Cereijido nos recuerda el chasco que se llevó Hannah Arendt,
cuando fue a Jerusalem a presenciar el juicio de Adolf Eichmann,
pensando tal vez que vería un diablo con efluvios azufrados y cola en punta
de flecha. Pero luego tuvo que publicar“Banality
of Evil” (la
Banalidad del Mal), pues se convenció de que Eichmann era un burócrata
anodino que podía haber ido sentado a nuestro lado en un colectivo
porteño sin que nadie advirtiera que era (o había sido) un terrible
asesino. De hecho así fue: por años Eichmann por viajó entre
nosotros pasando por un porteño más. ¿Cuál es el mecanismo que transforma a
un burócrata cualunque en un mayúsculo criminal? De pronto estalla una guerra
entre serbios y croatas, y se matan, incendian, torturan, castran,
violan, arrojan bebés a las calderas. ¿Dónde habían estado esa bestias
antes de la guerra? ¿En jaulas? No, para nada. Eran sastres, vendedores de
calzado, peluqueros, mozos de restaurante. Lo que les encendió la
hijoputez fueron las circunstancias. Por eso en el Capítulo 4 Cereijido
se dedica a analizar ¿Qué son las circunstancias? Por eso nos entera de qué
son las restricciones, cómo operan, y para ilustrarlo con
sencillez nos cuenta que nuestros propios genes están restringidos, no
se pueden leer, cual libros que vinieran con las páginas sin
cortar. Sólo un tipo de células muy especiales (las de los islotes
de Langerhans del páncreas) son capaces de des-restringir el gen de insulina, leerlo y
expresarlo. Si lo des-restringiera una célula de su codo derecho y
se pusiera a segregar insulina, usted lector padecería una patología
tremenda y hasta saldría publicado en alguna revista médica.
El
Capítulo 4 es entonces otra instancia de que, en el remotísimo caso de que
haya un lector a quien no le interese la hijoputez, se entretendrá así y todo
observando cómo la enfoca Cereijido, y a los extremos que puede
llegar un científico en busca de explicaciones.
Por un momento creí haber leído mal el título del Capítulo 5 “Un Cambio de la Gran Pauta” Pero no, el libro nos recuerda que hay envolventes (pautas), como cuando decimos “El arte medieval” o “El amor en los tiempos del cólera”, o “El tango en los 40’. En ese sentido Cereijido opina que la perversidad social tuvo un cambio de la gran pauta hace unos diez mil años, provocado por la famosa Revolución Agraria. Lo feo del asunto es que la nueva “gran pauta”, la que se comenzó a forjar hace diez milenios, es la que hoy tenemos andando a toda orquesta, nos concierne y fue un cambio para peor. En ningún momento podemos leer relajadamente “Hacia Una Teoría General Sobre Los Hijos de Puta”, pues contiene grandes sorpresas. Por ejemplo el Capítulo 6 se titula “¿Y si el problema fuese que no hemos logrado ser suficientemente hijos de puta?” A ver ¿hemos leído bien? ¿El autor está dejando entender que por ahí, si aumentara el grado de hijoputez viviríamos más felices? No lo asegura, pero tampoco se anima a descartar la posibilidad. Después de todo, en un nicho ecológico no impera la bondad. Un conejo sabe que cualquier zorro lo va a devorar, y una gacela que cualquier león la va a matar. “Parecería –comenta- que en la naturaleza la hijoputez está maximizada”. No descarta que uno de los problemas humanos, es que todavía nos perjudican los perversos porque no nos convencemos que todos los humanos somos potencialmente (biológicamente) hijos de puta.” Y así llegamos a uno de esos tópicos que no esperábamos, pero que Cereijido se vio obligado a incluir para explicarnos sus puntos de vista. Uno de ellos se llama “Biología del engaño y la mentira”. Pero no lo comentaré en esta nota, lean el libro.
Quizás
el Capítulo 7 “Los usos de la hijoputez” sea el único capítulo “lineal”,
no sorpresivo, tal vez porque a esta altura de nuestras vidas ya hemos
aprendido cómo operan los aparatos bélicos, las instituciones financieras,
los carteles de la droga. Pero si nos ponemos en el lugar del autor, nos
queda claro de que en un libro así no podría haber faltado un capítulo
mostrando que un ser humano que ha aprendido a usar la energía del
viento, del carbón, del petróleo, del Sol y del átomo no podría haber
dejado de ponerle un arnés a la hijoputez y obligarla a trabajar en su
provecho. Veamos un ejemplo: toda especie ha “exagerado” algún atributo y ha
hecho de él una herramienta y un arma para la lucha por la vida. La del Homo
sapiens es la capacidad de conocer, y una forma de la maldad consiste en
arruinársela, ya sea desde afuera (la practica el Primer Mundo contra el
Tercero ) y desde adentro (lo ejercen las jerarquías religiosas para
que no accedamos a un nivel capaz de poner en duda sus antiguallas e
inmoralidades ).
El uso más obvio, ancestral y bochornoso surge de lo que los biólogos llaman “dimorfismo sexual”, para referirse a que en algunas especies el macho y la hembra se distinguen a simple vista a una cuadra de distancia. Pensemos en una yunta de pavos reales, o en una morsa macho que es tres veces más grande que una hembra. Pero es muy difícil para un no-especialista distinguir un alacrán macho de uno hembra, una paloma macho de una hembra. El autor nos recuerda que nosotros, los Homo sapiens, tenemos un gran dimorfismo sexual: el varón es en promedio más poderoso muscularmente que la mujer, y las circunstancias siempre le han permitido usar su fuerza para arruinarle la vida a la mujer en mil y una formas de despiadado machismo.
Se dice
vulgarmente que la profesión más antigua es la de prostituta.
Para Cereijidoen cambio es la de proxeneta, pues rara vez una mujer
escoge de motu proprio ser prostituta. Detrás de cada prostituta hay un
drama de violencia intrafamiliar, insultos, palizas, policía corrupta y
cómplice, cárceles, con hijos (precisamente, los hijos de puta) concebidos
como desgraciado percance, por error de cálculo, accidente o
directamente por violación. Luego ni ella ni su ocasional compañero
pudieron conseguir abortarlo, a pesar de agujas de tejer metidas
en el útero que acaso lo perforaron y dejaron al feto tullido. El
nacimiento de un hijo de puta siempre provoca un drama familiar, una
dificultad económica y ocurre en medio del escarnio social. Es común que el
hijo de una prostituta haya ido preso de bebé, cada vez que a ella la
atraparon en una redada, y tuvo que rogar que le dejaran llevar a
su bebé con ella, pues no encontró quién se lo cuidara. Es habitual que
en la foja de muchos malvivientes y asesinos seriales
conste que ha sido hijo de una prostituta criado y educado en los bajos
fondos de la sociedad. Todos los pueblos de la Tierra han advertido que el
hijo de puta es antisocial, mal tipo, y por eso usan “hijo de puta”
como paradigma de “perverso”, como cuando dicen “claro como el día”, “veloz
como una saeta”. Si Cereijido hubiera optado por un eufemismo políticamente
correcto se le hubiera escapado uno de los rasgos fundantes de la maldad
humana.
Como
digo, el libro no nos permite relajar, pensando que el texto proseguirá con
“más de lo mismo”. Por si faltaban sorpresas, el análisis del
dimorfismo sexual le da pie a Cereijido para ser optimista. Nos explica
que el varón y la mujer no son dos organismos idénticos, salvo que el
hombre tiene más fuerza y la usa para adaptar las leyes y lograr que su
crueldad de victimizar a las mujeres sea legalmente tolerada, es decir,
para generar culturas hijodeputamente machistas (ej. hacer de los pies dos
muñones porque así le apetece al varón chino, arrancarles el clítoris o
quemarles la cara con kerosene si eso cuaja con las normas morales impuestas
por el macho islámico).
Pero,
vayamos despacio ¿acaso la mujer tiene atributos que podrían darle ventajas
en otras circunstancias? ¿qué atributos? ¿en qué circunstancias le otorgarían
ventajas? Cereijido se explaya en sus argumentos, pero el espacio sólo me
permite nombrar algunos de los factores que trae a colación. Su
discusión requiere leer el libro y meditar:
¿En la
ciencia del futuro? Y si es así ¿Porque en la lista de Premios Nobeles sólo
figuran unas pocas mujeres? El mentecato ignora que hasta hace apenas sesenta
años, así como se les negaba derecho a hablar en las asambleas, a
conducir servicios religiosos, a votar, y se les pagaba menos que al varón
por igual trabajo, o no se les permitía disponer de su cuerpo, a las mujeres
tampoco se las admitía en las grandes universidades. ¿Donde iban a
forjarse y ejercer como científicas? Hay países donde todavía no
se permite el acceso a la mujer a la instrucción pública. Todavía no hace un
siglo que la mujer empieza a asomar en los estamentos académicos. Hoy la
lucha feminista está logrando no ya que se permita el acceso de la mujer al
mundo de la ciencia, sino que no se le siga arrebatando un
derecho que siempre debería haber tenido. No en vano la trabajosa
liberación de la mujer resulta ser paralelo al desarrollo de la
ciencia moderna. La Gran Pauta hoy se encamina hacia “La Hora de
la Mujer”.
Como comenta Cereijido “Todo lo que espero, es que cuando llegue esa Hora no se le dé por discriminarnos”. Y su optimismo surge de que el bebé humano nace inmaduro (Hilflosigkeit), incapaz de vivir por sí mismo, así lo dejemos sobre una cama rodeado de biberones y pañales. Para que consiga vivir, alguien tiene que querer que viva. Tomemos entonces el hecho de que aquí estamos, como indicio de que las madres así lo han querido, y el futuro feminismo no consistirá en una réplica cruel y bochornosa de ese machismo actual que es fuente inagotable de hijoputez.
(1) Cereijido, M. “La Ciencia Como
Calamidad”. Gedisa, Barcelona, 2009
(2) (2) Cereijido, M y Reinking,
L. “La Ignorancia Debida”. Libros del Zorzal. Buenos Aires, 2003.
NOTAS BIOGRÁFICAS
Marcelino
Cereijido, (Buenos Aires, 1933) es doctor en fisiología por la Universidad de
Buenos Aires. Realizó su posdoctorado en la Universidad de Harvard. Se ha
desempeñado como profesor e investigador en el Instituto de Fisiología de la
Universidad de Múnich y en el departamento de biología celular de la
Universidad de Nueva York. Es profesor emérito del Centro de Investigaciones
y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, en México. Ha sido
asesor del Centro Latinoamericano de Biología de la UNESCO. Es miembro de la
Comisión Dictaminadora del Sistema Nacional de Investigadores de México y del
Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República. Ha recibido
los premios Nacional de Ciencias y Artes (1995) y el Premio Internacional de
Ciencias Bernardo A. Houssay (1993) de la Organización de los Estados
Americanos, entre otros. Es autor de más de un centenar de artículos
científicos y de libros como La madre de todos los desastres; La muerte y sus
ventajas; La ciencia como calamidad; y Ciencia sin seso, locura doble.
Hacia una teoría general sobre los hijos de puta.
Cereijido, Marcelino. Tusquets, editores CIENCIA (NF). Biología ISBN: 9786074212778 304 pág. |
miércoles, 25 de enero de 2012
Absorbencia de Bob Esponja
Escribe: Oscar Giménez
Acusan
al famoso porífero animado de influir negativamente en el rendimiento cognitivo
de los preescolares
Final del formulario
Ser un personaje de ficción no
implica poder escabullirse del escudriñamiento científico. Ni siquiera ser un dibujo
animado. Hay estudios que han abordado diagnóstico psiquiátrico de Gollum,
los traumatismos craneoencefálicos de Tintín, los efectos de la
lectura de Harry Potter sobre los accidentes infantiles o los trastornos
mentales del osito Winnie Pooh.
Ahora le ha llegado el turno a Bob
Esponja, cuya serie de animación es la más vista por los niños de 4 a 12 años
de edad en nuestro país. Resulta que una psicóloga norteamericana de la
Universidad de Virginia, llamada Angeline Lillard, se dedicó a analizar cómo
afectaba ver estos dibujos a los niños de 4 años.
Hizo sus experimentos con 60 niños de
esa edad. Un grupo pasó 9 minutos viendo a Bob Esponja, definida por la autora
como “serie infantil de ritmo trepidante”. Un segundo grupo se dedicó a ver
Caillou, serie infantil más sosegada y con una finalidad más educativa que la
del amarillento personaje encorbatado que “vive en la piña debajo del mar”. Un
tercer grupo simplemente pasó el tiempo dibujando.
Los tres grupos de niños fueron
sometidos inmediatamente después a una serie de pruebas para evaluar su función
ejecutiva, definida como una colección de habilidades que engloban la atención,
la memoria, la resolución de problemas y el autocontrol, entre otras. En una de
esas pruebas, por ejemplo, debían pronunciar al revés una serie de varios
números que les decía el investigador. En otra debían tocarse los pies cuando el
investigador les pidiera tocarse la cabeza y viceversa. Otro test consistió en
resolver el clásico problema de las torres de Hanoi.
Los resultados del experimento, que
se publicó en el número del pasado octubre en la revista "Pediatrics" bajo el título “El impacto inmediato de diferentes tipos de televisión
sobre la función ejecutiva de niños pequeños”,
revelan que aquellos que vieron a Bob Esponja obtuvieron peores puntuaciones en
las pruebas realizadas. Los resultados obtenidos por los que vieron a Caillou
no se diferenciaron de los que pasaron el rato dibujando.
Otra prueba midió su impulsividad. En
concreto, consistió en enseñarles dos platos de chucherías y dejarlos solos en
una habitación. En un plato había dos dulces y en el otro diez. Si hacían sonar
una campana, aparecería un adulto y les dejaría comer el plato con menor
cantidad. Si tenían paciencia y esperaban, cuando el adulto llegara les
dejarían comer el plato de diez. El artículo de la Dra. Lillard también muestra
que los niños que vieron a Bob Esponja fueron significativamente más
impacientes e impulsivos que el resto.
La conclusión de la autora es que
dejar a los niños de 4 años ver una serie de dibujos animados de ritmo
desenfrenado tiene un impacto negativo sobre su función ejecutiva, lo cual
afecta temporalmente a su capacidad de atención y de aprendizaje. Por lo tanto,
desaconseja a los padres dejar que los niños vean a Bob Esponja en la tele
antes de ir al colegio o antes de realizar alguna actividad que requiera
prestar atención.
Es una polémica más sobre los
posibles efectos nocivos de la “caja tonta”, pero no tiene ni punto de
comparación con las quejas que algunos grupos ultraconservadores
estadounidenses hicieron del personaje hace ya unos cuantos años,
acusándolo de promover la homosexualidad. El origen de la tontería fue que la
imagen de Bob Esponja fue utilizada –junto a otros muchos más personajes
populares- cantando en un vídeo que se distribuyó en escuelas de educación
primaria para difundir un mensaje de tolerancia hacia todo tipo de culto,
género, raza u orientación sexual. Criticaron que el monigote animado era un
personaje emblemático de la comunidad gay, un honor que compartía con otros
famosos, desde Epi y Blas hasta Batman y Robin, pasando por el teletubbie
morado. Vivir para ver...
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