domingo, 26 de agosto de 2012

René Favaloro


El eminente cirujano cardiovascular argentino Dr. René Favaloro (1923-2000) se quitó la vida para resaltar la corrupción imperante en el sistema de salud de su patria.

Aunque esta carta "no funcionó" leerla es un homenaje a Favaloro


El Juez liberó la nota que dejó el Dr. René Favaloro antes de suicidarse.
(Del Dr. René Favaloro/ julio 29-2000 - 14,30 horas)


Si se lee mi carta de renuncia a la Cleveland Clinic, está claro que mi regreso a la Argentina (después de haber alcanzado un lugar destacado en la cirugía cardiovascular se debió a mi eterno compromiso con mi patria. Nunca perdí mis raíces. Volví para trabajar en docencia, investigación y asistencia médica. La primera etapa en el Sanatorio Güemes, demostró que inmediatamente organizamos la residencia en cardiología y cirugía cardiovascular, además de cursos de post grado a todos los niveles.

Le dimos importancia también a la investigación clínica en donde participaron la mayoría de los miembros de nuestro grupo. En lo asistencial exigimos de entrada un número de camas para los indigentes. Así, cientos de pacientes fueron operados sin cargo alguno. La mayoría de nuestros pacientes provenían de las obras sociales. El sanatorio tenía contrato con las más importantes de aquel entonces.

La relación con el sanatorio fue muy clara:los honorarios, provinieran de donde provinieran, eran de nosotros; la internación, del sanatorio (sin duda la mayor tajada).

Nosotros con los honorarios pagamos las residencias y las secretarias y nuestras entradas se distribuían entre los médicos proporcionalmente.

Nunca permití que se tocara un solo peso de los que no nos correspondía.

A pesar de que los directores aseguraban que no había retornos, yo conocía que sí los había. De vez en cuando, a pedido de su director, saludaba a los sindicalistas de turno, que agradecían nuestro trabajo. Este era nuestro único contacto.

A mediados de la década del 70, comenzamos a organizar la Fundación. Primero con la ayuda de la Sedra, creamos el departamento de investigación básica que tanta satisfacción nos ha dado y luego la construcción del Instituto de Cardiología y cirugía cardiovascular.

Cuando entró en funciones, redacté los 10 mandamientos que debían sostenerse a rajatabla, basados en el lineamiento ético que siempre me ha acompañado.

La calidad de nuestro trabajo, basado en la tecnología incorporada más la tarea de los profesionales seleccionados hizo que no nos faltara trabajo, pero debimos luchar continuamente con la corrupción imperante en la medicina (parte de la tremenda corrupción que ha contaminado a nuestro país en todos los niveles sin límites de ninguna naturaleza). Nos hemos negado sistemáticamente a quebrar los lineamientos éticos, como consecuencia, jamás dimos un solo peso de retorno. Así, obras sociales de envergadura no mandaron ni mandan sus pacientes al Instituto.

¡Lo que tendría que narrar de las innumerables entrevistas con los sindicalistas de turno!

Manga de corruptos que viven a costa de los obreros y coimean fundamentalmente con el dinero de las obras sociales que corresponde a la atención médica.

Lo mismo ocurre con el PAMI. Esto lo pueden certificar los médicos de mi país que para sobrevivir deben aceptar participar del sistema implementado a lo largo y ancho de todo el país.

Valga un solo ejemplo: el PAMI tiene una vieja euda con nosotros (creo desde el año 94 o 95) de 1.900.000 pesos; la hubiéramos cobrado en 48 horas si hubiéramos aceptado los retornos que se nos pedían (como es lógico no a mí directamente).

Si hubiéramos aceptado las condiciones imperantes por la corrupción del sistema (que se ha ido incrementando en estos últimos años) deberíamos tener 100 camas más. No nos daríamos abasto para atender toda la demanda.

El que quiera negar que todo esto es cierto que acepte que rija en la Argentina, el principio fundamental de la libre elección del médico, que terminaría con los acomodados de turno.

Lo mismo ocurre con los pacientes privados (incluyendo los de la medicina prepaga) el médico que envía a estos pacientes por el famoso ana-ana , sabe, espera, recibir una jugosa participación del cirujano.

Hace muchísimos años debo escuchar aquello de que Favaloro no opera más! ¿De dónde proviene este infundio?. Muy simple: el pacientes es estudiado. Conclusión, su cardiólogo le dice que debe ser operado. El paciente acepta y expresa sus deseos de que yo lo opere. 'Pero cómo, usted no sabe que Favaloro no opera hace tiempo?'. 'Yo le voy a recomendar un cirujano de real valor, no se preocupe'. El cirujano 'de real valor' además de su capacidad profesional retornará al cardiólogo mandante un 50% de los honorarios!

Varios de esos pacientes han venido a mi consulta no obstante las 'indicaciones' de su cardiólogo. '¿Doctor, usted sigue operando?' y una vez más debo explicar que sí, que lo sigo haciendo con el mismo entusiasmo y responsabilidad de siempre.

Muchos de estos cardiólogos, son de prestigio nacional e internacional.

Concurren a los Congresos del American College o de la American Heart y entonces sí, allí me brindan toda clase de felicitaciones y abrazos cada vez que debo exponer alguna 'lecture' de significación. Así ocurrió cuando la de Paul D. White lecture en Dallas, decenas de cardiólogos argentinos me abrazaron, algunos con lágrimas en los ojos. Pero aquí, vuelven a insertarse en el 'sistema' y el dinero es lo que más les interesa.

La corrupción ha alcanzado niveles que nunca pensé presenciar. Instituciones de prestigio como el Instituto Cardiovascular Buenos Aires, con excelentes profesionales médicos, envían empleados bien entrenados que visitan a los médicos cardiólogos en sus consultorios. Allí les explican en detalles los mecanismos del retorno y los porcentajes que recibirán no solamente por la cirugía, los métodos de diagnóstico no invasivo (Holter eco, camara y etc, etc.) los cateterismos, las angioplastias, etc. etc., están incluidos.. 

No es la única institución. Médicos de la Fundación me han mostrado las hojas que les dejan con todo muy bien explicado. Llegado el caso, una vez el paciente operado, el mismo personal entrenado, visitará nuevamente al cardiólogo, explicará en detalle 'la operación económica' y entregará el sobre correspondiente!.

La situación actual de la Fundación es desesperante, millones de pesos a cobrar de tarea realizada, incluyendo pacientes de alto riesgo que no podemos rechazar. Es fácil decir 'no hay camas disponibles'.

Nuestro juramento médico lo impide.

Estos pacientes demandan un alto costo raramente reconocido por las obras sociales. A ello se agregan deudas por todos lados, las que corresponden a la construcción y equipamiento del ICYCC, los proveedores, la DGI, los bancos, los médicos con atrasos de varios meses.. Todos nuestros proyectos tambalean y cada vez más todo se complica.

En Estados Unidos, las grandes instituciones médicas, pueden realizar su tarea asistencial, la docencia y la investigación por las donaciones que reciben.

Las cinco facultades médicas más trascendentes reciben más de 100 millones de dólares cada una! Aquí, ni soñando.

Realicé gestiones en el BID que nos ayudó en la etapa inicial y luego publicitó en varias de sus publicaciones a nuestro instituto como uno de sus logros!. Envié cuatro cartas a Enrique Iglesias, solicitando ayuda (¡tiran tanto dinero por la borda en esta Latinoamérica!) todavía estoy esperando alguna respuesta. Maneja miles de millones de dólares, pero para una institución que ha entrenado centenares de médicos desparramados por nuestro país y toda Latinoamérica, no hay respuesta.

¿Cómo se mide el valor social de nuestra tarea docente?

Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta tiene su precio. A la corta o a la larga te lo hacen pagar.

La mayoría del tiempo me siento solo. En aquella carta de renuncia a la C.Clinic , le decía al Dr. Effen que sabía de antemano que iba a tener que luchar y le recordaba que Don Quijote era español!

Sin duda la lucha ha sido muy desigual.

El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a resquebrajarse.

Hemos tenido varias reuniones, mis colaboradores más cercanos, algunos de ellos compañeros de lucha desde nuestro recordado Colegio Nacional de La Plata, me aconsejan que para salvar a la Fundación debemos  incorporarnos al ´sistema'.

 Sí al retorno, sí al ana-ana.

'Pondremos gente a organizar todo'. Hay 'especialistas' que saben como hacerlo. 'Debes dar un paso al costado. Aclararemos que vos no sabes nada, que no estás enterado'. 'Debes comprenderlo si querés salvar a la Fundación'.

¡Quién va a creer que yo no estoy enterado!

En este momento y a esta edad terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, mis maestros y profesores me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar, prefiero desaparecer.

 Joaquín V. González, escribió la lección de optimismo que se nos entregaba al recibirnos: 'a mí no me ha derrotado nadie'. Yo no puedo decir lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla. Estoy cansado de recibir homenajes y elogios al nivel internacional. Hace pocos días fui incluido en el grupo selecto de las leyendas del milenio en cirugía cardiovascular.

El año pasado debí participar en varios países desde Suecia a la India escuchando siempre lo mismo:

'¡La leyenda, la leyenda!'

Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario se castiga.

Me consuela el haber atendido a mis pacientes sin distinción de ninguna naturaleza. Mis colaboradores saben de mi inclinación por los pobres, que viene de mis lejanos años en Jacinto Arauz.

Estoy cansado de luchar y luchar,  galopando contra el viento como decía Don Ata.

No puedo cambiar.

No ha sido una decisión fácil pero sí meditada.

No se hable de debilidad o valentía.
 
El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, hable de debilidad o valentía.

El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano.

Sólo espero no se haga de este acto una comedia. Al periodismo le pido que tenga un poco de piedad.

Estoy tranquilo. Alguna vez en un acto académico en USA se me presentó como a un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo, es cierto. Espero que me recuerden así.

En estos días he mandado cartas desesperadas a entidades nacionales, provinciales, empresarios, sin recibir respuesta.

En la Fundación ha comenzado a actuar un comité de crisis con asesoramiento externo. Ayer empezaron a producirse las primeras cesantías. Algunos, pocos, han sido colaboradores fieles y dedicados. El lunes no podría dar la cara.

A mi familia en particular a mis queridos sobrinos, a mis colaboradores, a mis amigos, recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación de seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco.

Una vez más reitero la obligación de cremarme inmediatamente sin perder tiempo y tirar mis cenizas en los montes cercanos a Jacinto Arauz, allá en La Pampa.

Queda terminantemente prohibido realizar ceremonias religiosas o civiles.

Un abrazo a todos

René Favaloro

miércoles, 23 de mayo de 2012

La Hijoputez



Fuente: Intramed


El último y provocador libro de Marcelino Cereijido

La raíces sociales y biológicas de la hijoputez

Esta provocadora y lúcida investigación de Marcelino Cereijido replantea una de las dudas existenciales más antiguas de la humanidad: ¿por qué existe el mal?.


“Hacia Una Teoría General Sobre Los Hijos de Puta” (Tusquets editores)


SINOPSIS
Mediante una perspectiva genética –que no deja de lado la historia, la literatura e incluso la filosofía–, este fisiólogo celular y molecular examina la «hijoputez» como «infamia universal». Según su análisis, el afán por causar daño al prójimo es mucho más que un comportamiento cultural o psicológico, responde a pautas y patrones que permiten un estudio de la maldad desde un punto de vista biológico. Con un lenguaje ameno, siempre apegado a la ciencia, Cereijido busca una explicación al comportamiento de los soldados en Guantánamo y Abu Ghraib, los distintos tipos de castigos y tormentos infligidos a través de la historia, así como el maltrato cotidiano al que están expuestos millones de personas condenadas a la pobreza por una serie de decisiones tomadas por «hijos de puta». 


IntraMed dialoga con Marcelino Cereijido.


Un científico provocador, un libro apasionante.
Como investigador profesional (fisiología celular y molecular) Marcelino Cereijido está sometido y acostumbrado  a un implacable “publish or perish”. Pero dedica sus horas libres a  escribir ensayos sobre temas que todavía no son territorios exclusivos de la ciencia: “La Nuca de Houssay”, “La Muerte y sus Ventajas”, “La Ciencia Como Calamidad”. Ahora  publica en Argentina “Hacia Una Teoría General Sobre Los Hijos de Puta” (Tusquets), libro que desde la misma portada nos causa dos respingos: por lo insólito del tema   y por la grosería del título.
“¿Insólito el tema? se sorprende el autor. ¡Para nada!” Es tan  antiguo que ya se lo debatía un milenio antes de que se desarrollara   la ciencia moderna, y ha  mandado a la hoguera a quien lo enfocó incorrectamente. En el Siglo V    Agustín de Hipona (“San Agustín”) afirmaba que  al Universo lo había creado un arquitecto perfecto: Dios. ¿Perfecto?  ¿Entonces –dudaban algunos teólogos- por qué hay terremotos, sequías, hambrunas, guerras, piojos, enfermedades, crímenes. Quien, para poder responder,0 admitiera cierta chapucería divina podía morir quemado  en una  pira. Si en cambio argumentaban  que Dios había creado un universo perfecto, pero  el  Diablo metía su  cola,  dicha respuesta  inauguraba  por lo menos otras dos escuelas teológicas, ambas peligrosas: (1) que Dios no debía ser  tan todopoderoso como se creía, pues era incapaz de mantener a raya  al Diablo. (2)  si en cambio opinaba  que Dios permite que el  Satanás  cometa diabluras  para ponernos a prueba, le retrucaban ¿A prueba? ¿Acaso no  es  omnisciente? ¿Necesita matar de fiebre puerperal  una de cada cinco mujeres durante el  parto, o hacer morir  media Europa en una epidemia de Peste Negra para  averiguarlo?.

Con el colapso  de los modelos teológicos, el  tema del Mal fue desvaneciéndose, y lo acabaron de matar los humanistas, para quienes ese tipo de  fenómenos  ocurre en el plano de la ética. Sin embargo basta abrir cualquier periódico, en cualquier país,  cualquier día, para  constatar que la perversidad del ser humano  supera ampliamente al cáncer, la lepra, el Alzheimer, y las enfermedades cardíacas puestos juntos en eso de arruinar la vida. Por eso Cereijido  se pregunta: en un Siglo XXI que dedica institutos descomunales regados por todo el mundo al son de millones y millones de dólares para estudiar esos flagelos ¿cómo es que el análisis de  la maldad humana recibe tan poca atención  de los científicos? La respuesta está contenida en la opinión de Karl Popper, para quien  una pregunta sólo se puede considerar científica cuando podemos hacer algo por responderla. Podría ser que el tema de la perversidad esté aun demasiado verde para un tratamiento verdaderamente científico; por eso Cereijido  recurre al género ensayo.
En cuanto a la grosería del título, el autor  es el primero en reconocerla y lamentarla, pero es  la humanidad entera que coincide en llamar “hijo de puta” al perverso, y semejante coincidencia no le pasa desapercibida a Cereijido que quiere revisar si la sabiduría popular tiene algo que decir al respecto. ¡Y lo tiene! Justamente el Capítulo 8 se llama: “¿Las prostitutas tienen algo que ver con todo esto?” y la respuesta es enfáticamente positiva; ya veremos. Cereijido llega a lamentar que el mero llamarla “hijoputez” surge de una actitud imperdonablemente machista, pero es que este machismo  está en la raíz del problema. Sólo espera que la lectura de su libro lo aclare y llegue a disculparlo.
 Cereijido aclara que, así como en pleno Siglo V Agustín de Hipona no hubiera podido dejar de darnos una explicación “a la teológica”,  en pleno Siglo XXI él solo  puede intentar una interpretación “a la científica”. Pero ¿en qué consiste   una explicación científica? Justamente el Capítulo 2 (“Maneras de Interpretar la Realidad”) nos entera de cómo  sería una interpretación “a la científica”. Y en el  Capítulo 3 (¿Raíces biológicas de la hijoputez?) ya empieza a mostrarnos de lleno  los frutos  de su  enfoque,  porque si realmente la hijoputez  tuviera una raíz biológica, significaría que ya la traemos  codificada en nuestros genes, en cuyo caso  todos somos hijos de puta en potencia. Pero aquí el  autor comienza a enseñarnos  cosas útiles, que nos enriquecerán aun en el caso de que al final de su ensayo pudiéramos llegar a  discrepar con él. Por ejemplo Pep Guardiola ha dicho recientemente “Messi tiene el gen del gol”. Por supuesto lo ha dicho metafóricamente, pues quien conozca el ABC de la evolución molecular, sabe muy bien que un gen no puede ser seleccionando a lo largo de cientos de millones de años para que un futbolista haga goles en el Siglo XXI. Pero entonces ¿cómo podría la hijoputeztener raíces biológicas? Sobre todo teniendo en cuenta que hace, digamos, cuarenta millones de años ni siquiera existían los  Homo sapiens (nuestra especie). ¿Acaso la prostitución es más antigua que la humanidad? Y aquí viene una de las tantas sorpresas del ensayo “Hacia Una Teoría General Sobre La Hijoputez”: sí llamamos “prostituta” a  la hembra que  permita que el macho la copule para obtener alguna ventaja, en momentos en que no podría procrear pues  ni siquiera está  en celo, démonos por informados que hay peces hembras y aves hembras que ejercen la prostitución cada vez que les conviene.
 Luego, si hacemos sinónimos  “hijoputez” y “perversidad”, arriesgamos caer en antropocentrismos ¿Hay animales perversos? Cereijido  advierte claramente el peligro de adjudicar valores humanos a un bicho de hace cincuenta millones de años.  Pero su argumento va más o menos así: desde que la Evolución aprendió a hacer animales de cuatro patas lo encontró tan ventajoso que le pasó la receta a nuestra madre para que nos pusiera cuatro miembros a nosotros también.  Hay arañas que en plena cópula  le devoran la cabeza al macho, lo que indica  que la Evolución se tomó largo tiempo  en forjar dicha conducta. ¿Estamos seguro de que las recetas genéticas para darles esos atributos a las arañas no han llegado hasta nosotros? Y si no llegó ¿de qué manera las ha frenado, o las mantiene inhibidas? Científicamente el asunto es muy  complejo, pues es necesario buscar  no solo si hemos heredado un atributo que nos haga hijos de puta, sino también qué formación tiene entre sus funciones la de mantenerlo a raya.
En el Capítulo 4 Cereijido nos recuerda el chasco que se llevó Hannah Arendt, cuando  fue a Jerusalem a presenciar el juicio de Adolf Eichmann, pensando tal vez que vería un diablo con efluvios azufrados y cola en punta de flecha.  Pero luego tuvo que publicar“Banality of Evil” (la Banalidad del Mal), pues se convenció de que Eichmann era un burócrata anodino que podía haber ido  sentado a nuestro lado en un colectivo porteño sin que nadie advirtiera  que era (o había sido) un terrible asesino. De hecho así fue: por años  Eichmann por viajó  entre nosotros pasando por un porteño más. ¿Cuál es el mecanismo que transforma a un burócrata cualunque en un mayúsculo criminal? De pronto estalla una guerra entre serbios y croatas, y se matan, incendian,  torturan, castran, violan, arrojan bebés a las calderas. ¿Dónde habían estado esa bestias  antes de la guerra? ¿En jaulas? No, para nada. Eran sastres, vendedores de calzado, peluqueros,  mozos de restaurante. Lo que les encendió la hijoputez fueron las circunstancias. Por eso en el Capítulo 4  Cereijido se dedica a analizar ¿Qué son las circunstancias? Por eso nos entera de qué son las restricciones, cómo  operan, y para ilustrarlo con sencillez  nos cuenta que nuestros propios genes están restringidos, no se pueden leer, cual  libros que vinieran con las  páginas sin cortar. Sólo un tipo de  células muy especiales (las de los islotes de Langerhans del páncreas) son  capaces de des-restringir el gen de insulina, leerlo y expresarlo. Si lo des-restringiera una célula de su codo derecho y se pusiera a segregar insulina, usted lector padecería  una patología tremenda y hasta saldría publicado en alguna revista médica.
El  Capítulo 4 es entonces otra instancia de que, en el remotísimo caso de que haya un lector a quien no le interese la hijoputez, se entretendrá así y todo observando cómo la enfoca Cereijido,  y  a los extremos que puede llegar  un científico en busca de explicaciones.

Por un momento creí haber leído mal el título del Capítulo 5 “Un Cambio de la Gran Pauta” Pero no, el libro nos recuerda que hay envolventes (pautas), como cuando decimos “El arte medieval” o “El amor en los tiempos del cólera”, o “El tango en los 40’. En ese sentido Cereijido opina que la perversidad social tuvo un cambio de la gran pauta hace unos diez mil  años, provocado por la famosa Revolución Agraria. Lo feo del asunto es que la nueva “gran pauta”, la que se comenzó a forjar hace diez milenios, es la que hoy tenemos andando a toda orquesta,  nos concierne y fue un cambio para peor.

En ningún momento podemos leer relajadamente  “Hacia Una Teoría General Sobre Los Hijos de Puta”, pues contiene grandes sorpresas. Por ejemplo el Capítulo 6 se titula “¿Y si el problema fuese que no hemos logrado ser suficientemente hijos de puta?” A ver ¿hemos leído bien? ¿El autor está dejando entender que por ahí, si aumentara el grado de  hijoputez viviríamos más felices? No lo asegura, pero tampoco  se anima a  descartar la posibilidad. Después de todo, en un nicho ecológico no impera la bondad. Un conejo sabe que cualquier zorro lo va a devorar, y una gacela que cualquier león la va a matar. “Parecería –comenta- que en la naturaleza la hijoputez está maximizada”. No descarta que uno de los problemas humanos,  es que todavía nos perjudican los perversos porque no nos convencemos que todos los humanos somos potencialmente (biológicamente) hijos de puta.” Y así llegamos a uno de esos  tópicos que no esperábamos, pero que Cereijido se vio obligado a incluir para explicarnos sus puntos de vista. Uno de ellos se llama “Biología del engaño y la mentira”. Pero no lo comentaré en esta nota, lean el libro.
Quizás el Capítulo 7 “Los usos de la hijoputez” sea el único capítulo “lineal”, no sorpresivo, tal vez  porque a esta altura de nuestras vidas ya hemos aprendido cómo operan los aparatos bélicos, las instituciones financieras, los carteles de la droga. Pero si nos ponemos en el lugar del autor, nos queda claro de que en un libro así no podría haber faltado un capítulo mostrando que un ser  humano que ha aprendido a usar la energía del viento, del carbón, del petróleo, del Sol y del átomo no  podría haber dejado de ponerle un arnés a la hijoputez y obligarla a trabajar en su provecho. Veamos un ejemplo: toda especie ha “exagerado” algún atributo y ha hecho de él una herramienta y un arma para la lucha por la vida. La del Homo sapiens es la capacidad de conocer, y una forma de la maldad consiste en arruinársela, ya sea desde afuera (la practica el Primer Mundo contra el Tercero ) y desde adentro (lo ejercen  las jerarquías religiosas para que no accedamos a un nivel capaz de poner en duda sus antiguallas e  inmoralidades ). 

El uso más obvio, ancestral y bochornoso  surge de lo que los biólogos llaman “dimorfismo sexual”, para referirse a que en algunas especies el macho y la hembra se distinguen a simple vista a una cuadra de distancia. Pensemos en una yunta de pavos reales, o en una morsa macho que es tres veces más grande que una hembra. Pero es muy difícil para un no-especialista distinguir un alacrán macho de uno hembra, una paloma macho de una hembra. El autor nos recuerda  que nosotros, los Homo sapiens, tenemos un gran dimorfismo sexual: el varón es en promedio más poderoso muscularmente que la mujer, y las circunstancias  siempre le han permitido usar  su fuerza para arruinarle la vida a la mujer en mil y una formas de despiadado machismo.
Se dice vulgarmente que  la profesión más antigua  es la de prostituta. Para Cereijidoen cambio es  la de proxeneta, pues rara vez una mujer escoge de motu proprio ser  prostituta. Detrás de cada prostituta hay un drama de violencia intrafamiliar, insultos, palizas, policía corrupta y cómplice, cárceles, con hijos (precisamente, los hijos de puta) concebidos como desgraciado percance,  por error de cálculo,  accidente o directamente por violación. Luego ni ella ni su ocasional compañero  pudieron conseguir  abortarlo,  a pesar de agujas de tejer metidas en el útero que acaso lo perforaron  y dejaron al feto tullido. El nacimiento de un hijo de puta siempre provoca un drama familiar,  una dificultad económica y ocurre en medio del escarnio social. Es común que el hijo de una prostituta haya ido preso de bebé, cada vez que  a ella la atraparon en una redada, y  tuvo que  rogar que le dejaran llevar a su bebé con ella, pues no encontró quién se lo cuidara. Es habitual que en  la foja  de muchos malvivientes  y  asesinos seriales conste que  ha sido hijo de una prostituta criado y educado en los bajos fondos de la sociedad. Todos los pueblos de la Tierra han advertido que el hijo de puta es antisocial, mal tipo,  y por eso usan “hijo de puta” como paradigma de “perverso”, como cuando dicen “claro como el día”, “veloz como una saeta”. Si Cereijido hubiera optado por un eufemismo políticamente correcto se le hubiera escapado uno de los rasgos fundantes de la maldad humana.
Como digo, el libro no nos permite relajar, pensando que el texto proseguirá con “más de lo mismo”. Por si faltaban sorpresas,  el análisis del dimorfismo sexual le da pie a Cereijido para ser optimista. Nos explica que  el varón y la mujer no son dos organismos idénticos, salvo que el hombre tiene más fuerza y la usa para adaptar las leyes y lograr que su crueldad de  victimizar a las mujeres sea legalmente tolerada, es decir, para generar culturas hijodeputamente machistas (ej. hacer de los pies dos muñones porque  así le apetece al varón chino, arrancarles el clítoris o quemarles la cara con kerosene si eso cuaja con las normas morales impuestas por el macho islámico).
Pero, vayamos despacio ¿acaso la mujer tiene atributos que podrían darle ventajas en otras circunstancias? ¿qué atributos? ¿en qué circunstancias le otorgarían ventajas? Cereijido se explaya en sus argumentos, pero el espacio sólo me permite nombrar   algunos de los factores que trae a colación. Su discusión requiere leer el libro y meditar:
  1. La fuerza bruta que a lo largo de toda la historia y de la pre-historia viene dando ventaja al macho está perdiendo utilidad: para captarlo basta  ver un cuadro de Quinquela Martin con hombres doblados bajo pesados costales que  cargan un lanchón, y luego ir al puerto a mirar que una grúa operada por computadoras, toma  un contenedor cargado con toneladas de maquinarias y lo deposita suavemente sobre ruedas transformándolo en un vagón de ferrocarril.
  2. Las guerras modernas ya no dependen de luchas cuerpo a cuerpo a bayoneta calada.
  3. Desde un aeropuerto a todo una refinería, y desde el manejo bancario a la defensa nacional –satélites y cohetes balísticos incluidos- todo está  a cargo de computadoras, pero la gran novedad es que las computadoras no discriminan  sexualmente a  quien las opera.
  4. Cada día que transcurre entramos más de lleno en el  imperio de la ciencia moderna.  
  5. Un científico genial no se diferencia de uno mediocre en que razona mejor, o tiene acceso a equipos y reactivos que el segundo no conoce, sino en que mientras el primero tiene ideas originales de gran profundidad y alcance, al segundo sólo se le ocurren trivialidades. Podemos entrenar a un discípulo para que aprenda a   razonar, pero no para concebir  ideas geniales, puesto que estas se gestan en las profundidades de  un inconsciente que aun no entendemos ni podemos manejar. ¿Acaso un varón y una mujer tienen distinto acceso y capacidad de manejo inconsciente? Parece que sí. La mente tiene componentes emocionales que los varones rara vez  captamos y comprendemos, pero hasta una madre analfabeta y sin ninguna instrucción puede interpretar y manejar. Entre los organismos de la madre y el bebé  pasan mensajes durante todo el día y de la noche, especialmente durante el sueño cuando la razón duerme y no interfiere el intercambio de inconsciente a inconsciente. Una madre toma un bebé  que no tiene aun lenguaje hablado para poder recibir y captar directivas, y lo transforma en un niño que siente, capta, piensa, habla francés o noruego.
  6. La mujer está muchísimo mejor equipada para entenderse con ese inconsciente genial,  que es capaz de generar ideas originales.
  7. En suma, Cereijido detecta que en la ciencia del futuro la mujer está llamada a destacar mucho más que el varón. 
¿En la ciencia del futuro? Y si es así ¿Porque en la lista de Premios Nobeles sólo figuran unas pocas mujeres? El mentecato ignora que hasta hace apenas sesenta años, así como  se les negaba derecho a hablar en las asambleas, a conducir servicios religiosos, a votar, y se les pagaba menos que al varón por igual trabajo, o no se les permitía disponer de su cuerpo, a las mujeres tampoco se las admitía en las grandes universidades. ¿Donde iban a forjarse  y  ejercer como científicas? Hay países donde todavía no se permite el acceso a la mujer a la instrucción pública. Todavía no hace un siglo que la mujer empieza a asomar en los estamentos académicos. Hoy la lucha feminista está logrando no ya que se permita el acceso de la mujer al mundo de la ciencia, sino  que no se le siga arrebatando  un derecho que siempre debería haber tenido. No en vano  la trabajosa liberación  de la mujer resulta ser  paralelo al desarrollo de la ciencia moderna. La Gran Pauta hoy se encamina  hacia “La  Hora de la Mujer”.

Como comenta Cereijido “Todo lo que espero, es que cuando llegue esa Hora no se le dé por discriminarnos”. Y su optimismo surge de que el bebé humano nace inmaduro (Hilflosigkeit), incapaz de vivir por sí mismo, así lo dejemos sobre una cama rodeado de biberones y pañales. Para que consiga vivir, alguien tiene que querer que viva. Tomemos entonces el hecho de que  aquí estamos, como indicio de que las madres así lo han querido, y el futuro feminismo no consistirá en una réplica cruel y bochornosa de ese  machismo actual que es fuente inagotable de  hijoputez.
(1)    Cereijido, M. “La Ciencia Como Calamidad”. Gedisa, Barcelona, 2009
(2)    (2) Cereijido, M y Reinking, L. “La Ignorancia Debida”. Libros  del Zorzal. Buenos Aires, 2003. 


NOTAS BIOGRÁFICAS
Marcelino Cereijido, (Buenos Aires, 1933) es doctor en fisiología por la Universidad de Buenos Aires. Realizó su posdoctorado en la Universidad de Harvard. Se ha desempeñado como profesor e investigador en el Instituto de Fisiología de la Universidad de Múnich y en el departamento de biología celular de la Universidad de Nueva York. Es profesor emérito del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, en México. Ha sido asesor del Centro Latinoamericano de Biología de la UNESCO. Es miembro de la Comisión Dictaminadora del Sistema Nacional de Investigadores de México y del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República. Ha recibido los premios Nacional de Ciencias y Artes (1995) y el Premio Internacional de Ciencias Bernardo A. Houssay (1993) de la Organización de los Estados Americanos, entre otros. Es autor de más de un centenar de artículos científicos y de libros como La madre de todos los desastres; La muerte y sus ventajas; La ciencia como calamidad; y Ciencia sin seso, locura doble.
Hacia una teoría general sobre los hijos de puta.

Cereijido, Marcelino. Tusquets, editores
CIENCIA (NF). Biología
ISBN: 9786074212778
304 pág.


miércoles, 25 de enero de 2012

Absorbencia de Bob Esponja


Escribe: Oscar Giménez

Acusan al famoso porífero animado de influir negativamente en el rendimiento cognitivo de los preescolares

Final del formulario

Ser un personaje de ficción no implica poder escabullirse del escudriñamiento científico. Ni siquiera ser un dibujo animado. Hay estudios que han abordado diagnóstico psiquiátrico de Gollum, los traumatismos craneoencefálicos de Tintín, los efectos de la lectura de Harry Potter sobre los accidentes infantiles o los trastornos mentales del osito Winnie Pooh.

Ahora le ha llegado el turno a Bob Esponja, cuya serie de animación es la más vista por los niños de 4 a 12 años de edad en nuestro país. Resulta que una psicóloga norteamericana de la Universidad de Virginia, llamada Angeline Lillard, se dedicó a analizar cómo afectaba ver estos dibujos a los niños de 4 años.
Hizo sus experimentos con 60 niños de esa edad. Un grupo pasó 9 minutos viendo a Bob Esponja, definida por la autora como “serie infantil de ritmo trepidante”. Un segundo grupo se dedicó a ver Caillou, serie infantil más sosegada y con una finalidad más educativa que la del amarillento personaje encorbatado que “vive en la piña debajo del mar”. Un tercer grupo simplemente pasó el tiempo dibujando.
Los tres grupos de niños fueron sometidos inmediatamente después a una serie de pruebas para evaluar su función ejecutiva, definida como una colección de habilidades que engloban la atención, la memoria, la resolución de problemas y el autocontrol, entre otras. En una de esas pruebas, por ejemplo, debían pronunciar al revés una serie de varios números que les decía el investigador. En otra debían tocarse los pies cuando el investigador les pidiera tocarse la cabeza y viceversa. Otro test consistió en resolver el clásico problema de las torres de Hanoi.
Los resultados del experimento, que se publicó en el número del pasado octubre en la revista "Pediatrics" bajo el título “El impacto inmediato de diferentes tipos de televisión sobre la función ejecutiva de niños pequeños”, revelan que aquellos que vieron a Bob Esponja obtuvieron peores puntuaciones en las pruebas realizadas. Los resultados obtenidos por los que vieron a Caillou no se diferenciaron de los que pasaron el rato dibujando.
Otra prueba midió su impulsividad. En concreto, consistió en enseñarles dos platos de chucherías y dejarlos solos en una habitación. En un plato había dos dulces y en el otro diez. Si hacían sonar una campana, aparecería un adulto y les dejaría comer el plato con menor cantidad. Si tenían paciencia y esperaban, cuando el adulto llegara les dejarían comer el plato de diez. El artículo de la Dra. Lillard también muestra que los niños que vieron a Bob Esponja fueron significativamente más impacientes e impulsivos que el resto.
La conclusión de la autora es que dejar a los niños de 4 años ver una serie de dibujos animados de ritmo desenfrenado tiene un impacto negativo sobre su función ejecutiva, lo cual afecta temporalmente a su capacidad de atención y de aprendizaje. Por lo tanto, desaconseja a los padres dejar que los niños vean a Bob Esponja en la tele antes de ir al colegio o antes de realizar alguna actividad que requiera prestar atención.
Es una polémica más sobre los posibles efectos nocivos de la “caja tonta”, pero no tiene ni punto de comparación con las quejas que algunos grupos ultraconservadores estadounidenses hicieron del personaje  hace ya unos cuantos años, acusándolo de promover la homosexualidad. El origen de la tontería fue que la imagen de Bob Esponja fue utilizada –junto a otros muchos más personajes populares- cantando en un vídeo que se distribuyó en escuelas de educación primaria para difundir un mensaje de tolerancia hacia todo tipo de culto, género, raza u orientación sexual. Criticaron que el monigote animado era un personaje emblemático de la comunidad gay, un honor que compartía con otros famosos, desde Epi y Blas hasta Batman y Robin, pasando por el teletubbie morado. Vivir para ver...