miércoles, 15 de septiembre de 2010

Las Etiquetas Engordan

Marisol Guisasola

Hace poco, me lleve a casa una bolsa con 4 bollos que se anunciaban como light. El envoltorio decía que tenían solo 90 calorías por ración, por lo que deduje que cada bollo tenía 90 calorías. Solo después comprobé que una ración era apenas un tercio de un bollo. La pregunta es: ¿Quién se come solo la tercera parte de un bollo? Es lo que pasa con las etiquetas: si las lees con detenimiento, te entra un ataque de pánico que solo puedes calmar con una tableta de chocolate o terminándote lo que viene en la bolsa.

Y es que casi todo lo que viene en bolsa y con etiqueta se alía para que engordemos. El otro día casi me da un pasmo cuando vi que unas patatas fritas “a fuego lento y con aceite de oliva virgen extra” que me compré por eso de la salud tenían ¡¡580 calorías por 100 gramos!! El problema de las patatas fritas es lo que decía aquel eslogan: “toma una y no dejarás ninguna”. Como la bolsa tenía 150 gramos acabé metiéndome casi 900 calorías entre pecho y espalda y sintiéndome fatal por ello.

Dicen que la ansiedad favorece el aumento de peso al incrementar los niveles de cortisol, esa nefasta hormona que nos corroe por dentro y que dispara el apetito. Por eso lo tengo decidido: no pienso tomar nada directamente de una bolsa. Su vocación es acabar totalmente vacía (¡hay estudios que lo corroboran: comemos el doble de patatas fritas si las tomamos de la bolsa que si las ponemos en un bol!). Ahora, dedico los fines de semana a comprar productos a granel –lentejas, garbanzos, judías, nueces, almendras, chorizo de pueblo– en el pueblo de Zamora en el que paso los fines de semana. Llevo ya una semana de cura de legumbres (con sus verduritas y su chorizo)... y noto que la ropa me queda más holgada.
Los estadounidenses dicen que una de las razones por las que la dieta mediterránea es tan saludable es porque contiene menos azúcares y grasas saturadas que la de ellos. Yo tengo otra teoría: los americanos tienen el récord de gordos del mundo porque apenas nada de lo que comen viene sin empaquetar. Por eso, propongo un nuevo plan adelgazante: la dieta “desenvuelta” (sin envoltorio). La idea es llenar los frigoríficos de productos tal como se dan en la naturaleza –verduras, frutas, pescados, carnes, frutos secos– y comer como nuestros abuelos: sin pensar en las calorías, sin estrés, disfrutando de cada bocado. Todo el mundo habla ahora de volver a la naturaleza. ¿Y alguien ha visto alguna vez un besugo o una manzana con una etiqueta que indique las calorías?

(Un estudio publicado el pasado 2 de noviembre en el British Journal of Psychatry revela que las personas que siguen una dieta rica en alimentos procesados tienen un 58% más de riesgo de desarrollar depresión en los 5 años siguientes que las que siguen una dieta rica en alimentos frescos. El estudio tuvo en cuenta las diferencias de edad, género, educación, actividad física, y el hecho de padecer enfermedades crónicas y tabaquismo).

Calzones Inteligentes

Salvador G. Serrano

La idea de las prendas interiores “inteligentes” con fines biomédicos vuelve a la palestra. Ya hace unos cuantos años Procter & Gamble anunció haber hecho sus pinitos en este campo. La compañía había creado un tejido con el que fabricar bragas que se volvía de color morado cuando a la mujer le faltaban pocas horas para la menstruación.
 
La misma empresa mencionó haber desarrollado otro tejido capaz de advertir a la usuaria de que se encontraba en período de ovulación. Al mismo tiempo, tenían trabajando a sus mentes pensantes en prendas textiles que pudieran detectar embarazos o infecciones por distintos microbios, desde Escherichia coli a Chlamyidia.
 
Más tarde, otra famosa compañía, Philips, apostó por la electrónica en lugar de la química y anunció bragas y calzoncillos dotados de goma elástica con biosensores. Podrían ser útiles para medir la velocidad de la onda de pulso, parámetro que algunos estudios habían relacionado con la presión arterial. La noticia sobre la patente del invento se publicó en New Scientist, donde se citaba que un par de sensores bastaban para calcular lo que tarda la onda de pulso que pasa por las arterias femorales y la aorta en viajar de uno electrodo a otro. Bien calibrados, podrían proporcionar lecturas precisas y constantes de la presión arterial ¿Una alternativa al holter? ¿Hipertensión de “braga blanca” en lugar de “bata blanca”?
 
La noticia llega ahora desde la Universidad de California, San Diego, y la idea de base tiene mucho que ver con la ropa interior de Philips. El equipo del profesor de nanoingeniería Joseph Wang ha logrado crear biosensores duraderos que pueden imprimirse directamente en el tejido. Suponemos que así es más difícil de que se pierdan cuando la lavadora centrifuga. Tal como explican en su artículo, publicado en Analyst (2010;135:1230-1234), la técnica es parecida al estampado serigráfico, con la diferencia de que la tinta contiene electrodos de carbono, los cuales podrían emplearse para monitorizar la presión arterial o la frecuencia cardíaca. Además, añaden que el contacto y la exposición directa de la banda elástica de los calzoncillos y bragas sobre la piel permite monitorizar el peróxido de hidrógeno y la enzima NADH, sustancias asociadas a numerosos procesos biomédicos.
 
La investigación ha sido financiada por el ejército de Estados Unidos. No sabemos aún si a estas horas habrá en Afganistán soldados dotados de “gayumbos inteligentes”, aunque seguramente los militares norteamericanos serán los primeros en probarlos. No les protegerán del fuego enemigo, pero según Wang, la idea implica “la monitorización de las lesiones de los soldados durante la cirugía en el campo de batalla, y su objetivo es desarrollar sensores mínimamente invasivos que puedan localizar e identificar el tipo de herida”.
 
Sus utilidades, evidentemente, van mucho más allá de las contiendas bélicas. Según el equipo que ha desarrollado los sensores, pueden proporcionar información útil a deportistas y atletas o monitorizar a ancianos en sus hogares “controlando una amplia variedad de marcadores biomédicos, por ejemplo cardíacos, alertando sobre un posible accidente cerebrovascular”, señala el Prof. Wang. También dicen que pueden servir para medir los niveles de alcohol en sangre. Tal vez, pero cuesta imaginarse a la Guardia Civil de Tráfico tomando lecturas en los calzoncillos de los conductores en lugar de hacerles soplar.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Legalizar las drogas

Por Ramón Sánchez Ocaña


Legalizar la coca nos ahorraría mucha violencia, declaró no hace mucho Sergio Fajardo, candidato a la presidencia de Colombia y ex alcalde de Medellín. No es una opinión aislada y hay muchas voces que, en aras de eliminar delincuencia, abogan por liberalizar la cuestión. Sin embargo, parece que se banaliza y se frivoliza en exceso. Suele argumentarse que la tradicional represión no obtiene resultado alguno, como es evidente. Pero, ¿hay represión real? ¿Cómo es posible que miles de jóvenes sepan donde adquirir estas sustancias y lo ignoren las autoridades? 

Hay sectores que, con gran honradez intelectual, afirman no tener criterios claros sobre la cuestión. Y de la misma manera, hay otros que intentan equiparar la postura liberacionista con la progresía. O, dicho de otra forma: que todo aquel que no piense en la legalización como solución tiene una inconfundible idea conservadora. Sinceramente, creo que ni lo uno ni lo otro. Hay muchas razones para oponerse a la legalización. Y la primera se desprende de la forma en que hoy se droga el individuo. Todos los expertos dirán enseguida que se caracteriza no por el consumo de una determinada sustancia, sino por un grupo de ellas. Por la llamada politoxicomanía. No es cuestión ya de plantear qué sustancias se legalizan, si no de ir a la base del problema: ¿por qué un individuo necesita o quiere drogarse? Ese es el verdadero debate y no la sustancia que el drogadicto, como enfermo social, consume. El crecimiento de drogas de diseño implica que no se puede establecer un catálogo de prohibiciones. E insistir en los efectos de la droga no cambia por su situación legal. 

Normalmente, los partidarios de la legalización sostienen varias razones: 
-Se acabaría con la mafia y el gran negocio. Los beneficios podrían destinarse a la rehabilitación y a campañas informativas contra la droga. -Se mejoraría notablemente la seguridad ciudadana. 
-Al tener control, mejoraría su calidad y no habría adulteraciones. 
-Las políticas restrictivas y policiales no han dado resultado. 

Los expertos argumentan, por el contrario: 
-No es cierto que se acabe con las mafias. Se acabaría, sí, con el pequeño traficante. Los grandes capos del narcotráfico seguirían su inmenso negocio, vendiendo, si no a traficantes menores, sí a los enviados de cada país, porque parecería impensable organizar el cultivo. -No se eliminaría el tráfico tampoco, porque habría que prohibirlo a los menores de edad, con lo que se abriría un nuevo mercado negro, favorecido, además, por quienes obtienen la droga legalmente. Seguirían vendiendo pero a clientes cada vez de menor edad. 
-La seguridad ciudadana mejoraría, sin duda. Pero el problema grave de la droga no está en los delitos que se cometen para conseguirla, sino en la ruina física en que se sumen sus adictos. Mejoraría la seguridad ciudadana a costa de crear generaciones enteras de drogodependientes (la comparación con la ley seca no es válida. Durante ésta hubo un descenso notable de muertes por cirrosis en EE.UU.). 
-La mejor calidad de la droga se podría conseguir, es verdad; pero ello no impediría que el heroinómano, por ejemplo, no llegara a cumplir los treinta años. Porque se muere por el deterioro físico de la droga, no por el accidente de la sobredosis o la adulteración nociva. 

El problema añadido es que de la droga se habla siempre con pasión. 
Y con más pasión según lo cerca que se esté de ella. Pero insisto: es sano que una sociedad plantee públicamente estos problemas. Si se trata de planteamientos honestos, siempre surgirán ideas de interés.

Neurociencia Siglo XXI - Ramón y Cajal

Por: Luis Miguel García Segura
Instituto Cajal, CSIC, Madrid

La teoría neuronal de Cajal supuso la mayor revolución en el campo de la neurociencia de todos los tiempos. Esta teoría sigue siendo el marco conceptual utilizado para interpretar el funcionamiento del sistema nervioso y estamos tan acostumbrados a ella que nos es sumamente difícil imaginar otra alternativa. Sin embargo, llegar a su formulación no fue una tarea fácil, ni tampoco lo fueron las numerosas observaciones que Cajal realizó para sustentarla. Aquí se presentan pinceladas sobre algunas de estas observaciones que aún se sitúan en las fronteras del conocimiento.

La organización funcional del sistema nervioso

Una de las aportaciones fundamentales de Cajal a la neurociencia fue el descubrimiento de las sinapsis. El bello lenguaje poético de Cajal al hablar de las conexiones entre las neuronas no tuvo el éxito del término sinapsis acuñado por Sherrington. Pero fue Cajal quien descubrió la estructura e interpretó, correctamente, su función. Las sinapsis ejercen un papel fundamental en la teoría neuronal. Cajal describió la organización topográfica básica de circuitos neuronales completos y esta descripción anatómica iba siempre acompañada de una interpretación. Recordemos las famosas flechas cajalinas que acompañan a sus dibujos de circuitos y nos guían por el camino que sigue el impulso nervioso. Con sus leyes de la polarización dinámica de las neuronas, Cajal realizó la primera interpretación predictiva sobre el funcionamiento del sistema nervioso, interpretación que no ha hecho más que confirmar posteriormente la electrofisiología. Cajal describió la existencia de colaterales axónicas, introduciendo los conceptos de convergencia y divergencia y la existencia de estructuras de integración, como los glomérulos del cerebelo y del bulbo olfativo. Interpretó las relaciones locales entre las neuronas integradas en núcleos y en estructuras corticales, considerándolos como asambleas neuronales dinámicas, siendo así precursor del reciente concepto de estructura modular en la organización del sistema nervioso. Es interesante notar que Cajal no consideraba los circuitos neuronales como lineales. Por el contrario, mantenía que existía una influencia entre cadenas neuronales separadas espacialmente, concepto que comienza a ser ahora explorado por la electrofisiología.

El cerebro es maleable

Un tema de indiscutible actualidad es el de la plasticidad sináptica. A Cajal se le cita unas veces para decir que creía en la plasticidad del sistema nervioso y en otras ocasiones para mantener que opinaba todo lo contrario. Probablemente la razón de esta aparente discrepancia estriba en que Cajal mantenía que hay circuitos que por razones evolutivas debían mantenerse inamovibles y otros circuitos que por su función específica serían muy plásticos. Así que, dependiendo de la publicación de Cajal que se lea, se pueden obtener visiones diferentes sobre sus opiniones. Ejemplos de circuitos inamovibles serían los que sustentan los reflejos de la médula espinal. Por el contrario, los circuitos corticales encargados de las funciones cognitivas serían altamente maleables. Así, en la Croonian Lecture de 1894, Cajal postulaba que en las zonas del cerebro más utilizadas se produciría un aumento en la complejidad de las arborizaciones dendríticas y axonales que sería compensada por una disminución paralela en zonas menos utilizadas. Hoy sabemos que efectivamente esto es lo que ocurre, ya que los campos receptores de las neuronas se expanden o se retraen, dependiendo de su uso. Para que no quepa duda de que Cajal creía en la plasticidad sináptica, citemos sus palabras publicadas en la Revista de Ciencias Médicas en 1894: “...la corteza cerebral semeja un jardín poblado de innumerables árboles, las células piramidales, que gracias a un cultivo inteligente pueden multiplicar sus ramas, hundir más lejos sus raíces y producir flores y frutos cada día más exquisitos”. Probablemente nadie ha definido con un lenguaje tan evocador la plasticidad del sistema nervioso. Hoy en día el concepto de plasticidad sináptica está firmemente establecido y una de las estructuras que está siendo más utilizada para estudiar este fenómeno son las espinas dendríticas, descritas por vez primera por Cajal en 1888.

La generación del cerebro

Con sus estudios sobre el sistema nervioso en desarrollo, Cajal sentó las bases de lo que hoy es un activo y potente campo de estudio. El proceso de neurogénesis, la proliferación en la zona subependimaria, la migración de neuroblastos y glioblastos, el proceso de diferenciación neuronal y glial fueron ya descritos por Cajal. La neurobiología del desarrollo moderna parte, pues, de su obra. Un hito esencial fue el descubrimiento del cono de crecimiento axonal, descrito por Cajal en 1890. El cono de crecimiento ha ido recibiendo una atención creciente en los últimos años, en la medida en la que ha ido progresando el conocimiento del citoesqueleto neuronal, los factores neurotróficos y las moléculas de señalización y adhesión. El cono de crecimiento es la estructura que debe decidir el camino para dirigir el crecimiento de las neuritas y la formación de conexiones apropiadas entre las neuronas. En 1892, en un artículo publicado en la revista La Cellule, Cajal propuso la teoría neurotrófica, según la cual los conos de crecimiento se orientan hacia sus dianas atraídos por sustancias específicas. Cajal no tenía aún elaborado el concepto preciso de lo que hoy conocemos como neurotrofina, que tardaría algunos años en desarrollar en su forma más perfeccionada. En 1892 Cajal hablaba –no olvidemos aquí su formación microbiológica– de factores quimiotáxicos que atraían o repelían. Así, él consideraba que la migración neuronal y el crecimiento axonal estaban regulados por una quimiotaxis positiva y negativa. El factor trófico positivo era un factor atrayente, según el concepto microbiológico. Pero en sus estudios sobre la degeneración y regeneración del sistema nervioso de 1913- 1914, Cajal ya considera a los factores tróficos como fermentos o agentes catalíticos para los que las neuronas tienen receptores y que estimulan el crecimiento y ramificación del protoplasma nervioso. Este revolucionario concepto fue el resultado de la observación de que los trasplantes de células de Schwann, en cerebros lesionados, promovían la regeneración axonal. Para aquel entonces es obvio que Cajal ya había elaborado, a partir de la idea de la quimiotaxis, un concepto totalmente original: el de lo que hoy conocemos como factor trófico. Es decir, que Cajal dio el gran salto intelectual para completar el mecanismo de atracción, heredado de la microbiología, por una nueva idea fascinante e innovadora: la estimulación del crecimiento. Este mecanismo, que hoy resulta tan familiar y aparentemente elemental para explicar cómo actúan los factores tróficos, fue uno de los mayores logros intelectuales de la historia de la neurociencia. Hoy sabemos que tanto la atracción-repulsión como la estimulación del crecimiento ejercen un papel esencial en el sistema nervioso y aún se están identificando moléculas con estas propiedades. En todo caso, hay que hacer notar que Cajal, en 1914, tenía ya elaborado el concepto de neurotrofina y de receptores para neurotrofinas, mucho antes de su identificación molecular.

Degeneración y regeneración el sistema nervioso

Los estudios de Cajal y Tello sobre la degeneración y regeneración cerebral sentaron las bases para comprender los fenómenos neurodegenerativos. Es una experiencia recomendable leer ahora estos estudios para darse cuenta de lo sorprendentemente actuales que resultan. Cajal ya observó que la regeneración axonal no ocurría de una forma natural en el sistema nervioso central, a diferencia de lo que sucede en el sistema nervioso periférico. Propuso que las células de Schwann, presentes en el sistema nervioso periférico pero no en el central, estaban relacionadas con esta diferencia y fue el precursor del uso terapéutico de trasplantes de estas células para promover la regeneración axonal central. Este tipo de estudios, abandonados durante muchos años, han vuelto a resurgir con una gran fuerza en tiempos recientes.

La glía

Nuestro conocimiento actual sobre los tipos de glía que existen en el sistema nervioso debe mucho a Cajal y a sus directos colaboradores, que partieron de una falta prácticamente absoluta de conocimientos previos sobre estas células. Distinguir los oligodendrocitos de la microglía o relacionar a los oligodendrocitos con la mielina fue una tarea muy difícil que supuso mucho trabajo, mucha reflexión y también muchas controversias incluso dentro del mismo laboratorio de Cajal. El interés de Cajal por la glía comenzó muy pronto y se mantuvo durante toda su vida científica. Pero quizás fue en los últimos años en los que su laboratorio dedicó un mayor esfuerzo al estudio de estas células. A Cajal y su escuela debemos las primeras descripciones detalladas de la astroglía y las primeras hipótesis sobre su función. También, el descubrimiento de la glía reactiva y la correcta identificación de la microglía y los oligodendrocitos.

Neurobiología celular

Las aportaciones de Cajal a la biología celular han quedado ensombrecidas por sus otros estudios, pero no por eso son menos relevantes y actuales. Pensemos por ejemplo que Cajal ya observó que el citoesqueleto neuronal sufría modificaciones dependiendo del estado funcional de la célula. Pensaba que era una estructura inestable y dinámica que sufría alteraciones funcionales rápidas. De nuevo Cajal se adelantaba en muchos años a los modernos descubrimientos de la biología celular y a la identificación de los componentes moleculares del citoesqueleto. Además Cajal observó que el citoesqueleto se modificaba en condiciones patológicas, tema que es hoy el objeto de importantes investigaciones. Otros importantes estudios de biología celular de Cajal son los relacionados con el núcleo, puesto que son uno de los mejores ejemplos de la actualidad de su obra. Las descripciones muy detalladas del núcleo celular neuronal realizadas por Cajal incluyen toda una serie de estructuras cuyo significado permanecía oculto hasta que en los últimos años han ido siendo redescubiertas. Según se ha ido identificando la localización de nuevos componentes moleculares en el núcleo celular, con modernas técnicas de hibridación in situ o microscopia confocal, las estructuras nucleares cajalianas han ido reapareciendo. Tal es el caso de unas estructuras que en 1903 Cajal describió con el nombre de cuerpos accesorios del nucléolo. Estas estructuras, redescubiertas en 1969 con el microscopio electrónico, han resultado ser centros clave para el procesamiento del ARN y hoy son conocidas como cuerpos de Cajal.

¿Superar a Cajal?

No cabe ninguna duda de que la obra científica de Cajal sigue plenamente viva y de que su figura es la más importante en toda la historia de la neurociencia. Como se ha mencionado al principio, el paradigma científico establecido por Cajal sigue siendo el marco conceptual que se utiliza hoy para abordar todos los estudios del sistema nervioso. Hasta ahora ha servido para interpretar la estructura y el funcionamiento del cerebro y tanto la neuropatología como la neurología se basan en él. Pero aún quedan muchas fronteras por cruzar en el estudio del cerebro. Una de ellas es la interpretación de los fenómenos mentales. Sin duda la neurobiología cognitiva tiene aún mucho camino por recorrer y es muy probable que sufra un gran desarrollo en las próximas décadas. ¿Seguirá siendo válido el paradigma cajaliano para explorar las relaciones entre mente y cerebro?