Salvador G. Serrano
La cara estrafalaria de la ciencia.
15 Mar 2010
"Rubias y morenas sacan a un hombre de penas”. Es un ejemplo de las docenas y docenas de refranes, dichos y chascarrillos que inundan la cultura popular sobre las mujeres y el color de su pelo. El estereotipo de la “rubia tonta” está instalado entre nosotros desde hace décadas y ha dado pie a montones de chistes con mayor o menor grado de misoginia, aunque es posible que sean las rubias las que tengan la última palabra.
Digo esto porque una investigación firmada por investigadores del Centro de Psicología Evolutiva de la Universidad de California, en Santa Barbara, publicaron a principios de año un trabajo en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS 2009;106:15073-15078), donde mostraban que las rubias son más agresivas que las morenas y las pelirrojas.
Lo cierto es que su investigación tenía como objetivo comprobar una serie de predicciones derivadas de la llamada teoría de recalibración de la ira. Los autores explican que esta teoría “plantea que la ira es producida por un programa neurocognitivo desarrollado por selección natural con el fin de utilizar tácticas de negociación dirigidas a resolver conflictos de interés en favor del individuo enojado”. Es decir, que en ocasiones el que más se enfada y grita es el que connsigue llevarse el gato al agua, pero que en los enfrentamientos algunas personas tienen más ventajas que otras. Según el investigador Aaron Sell, primer firmante del artículo, los hombres más fuertes y las mujeres más atractivas tienen más probabilidades de salirse con la suya cuando se cabrean. En consecuencia, utilizan con más frecuencia la táctica de la ira, pues saben que les funciona.
El artículo señala que las rubias resultan más atractivas para los hombres y, por lo tanto, tienden a utilizar su agresividad con más asiduidad en situaciones competitivas, como buscar trabajo o conseguir lo que desean.
En la investigación participaron 156 estudiantes,varones y mujeres, que fueron sometidos a una serie de tests. En cuanto a los primeros, el uso de la ira seasoció a la fuerza del individuo. No es difícil imaginar que un fornido energúmeno de dos metros tiene más probabilidades de que le den la razón cuando enseña los dientes que un alfeñique de metro cincuenta.
En el caso de las mujeres, el empleo de la ira para conseguir un fin se asocia básicamente al grado de atracción que despiertan. Y en el conjunto de rubias, morenas y pelirrojas, las primeras se llevan la palma. Según Aaron Sell, en el sur de la California las rubias parecen sentirse con más derechos que las demás mujeres. “Cuando más especiales se sienten —explica—, como parece ser el caso de las rubias, más tendencia tienen a usar su agresividad para conseguir un objetivo social.”
“Tal vez ni siquiera se dan cuenta de que son tratadas como princesas —añade—, pero fue sorprendente observar lo guerreras que son en comparación con el resto de chicas del campus.”
Dos detalles interesantes. El primero es que, si bien las rubias se muestran más airadas y con más ímpetu, son las morenas y pelirrojas las que tienen más iniciativa a la hora de enfrascarse en una pelea con uñas y dientes. Y segundo, que los resultados del estudio se aplican tanto a rubias naturales como teñidas, así que basta con visitar al peluquero para sacar más partido de la propia agresividad. No obstante, también podemos recordar aquel dicho de “Rubias o morenas, cuando pierden el tinte, dan pena”. Y ya puestos, para los hombres, este otro: “Sin la bolsa llena, ni rubia ni morena”
No hay comentarios:
Publicar un comentario