Salvador G. Serrano
La idea de las prendas interiores “inteligentes” con fines biomédicos vuelve a la palestra. Ya hace unos cuantos años Procter & Gamble anunció haber hecho sus pinitos en este campo. La compañía había creado un tejido con el que fabricar bragas que se volvía de color morado cuando a la mujer le faltaban pocas horas para la menstruación.
La misma empresa mencionó haber desarrollado otro tejido capaz de advertir a la usuaria de que se encontraba en período de ovulación. Al mismo tiempo, tenían trabajando a sus mentes pensantes en prendas textiles que pudieran detectar embarazos o infecciones por distintos microbios, desde Escherichia coli a Chlamyidia.
Más tarde, otra famosa compañía, Philips, apostó por la electrónica en lugar de la química y anunció bragas y calzoncillos dotados de goma elástica con biosensores. Podrían ser útiles para medir la velocidad de la onda de pulso, parámetro que algunos estudios habían relacionado con la presión arterial. La noticia sobre la patente del invento se publicó en New Scientist, donde se citaba que un par de sensores bastaban para calcular lo que tarda la onda de pulso que pasa por las arterias femorales y la aorta en viajar de uno electrodo a otro. Bien calibrados, podrían proporcionar lecturas precisas y constantes de la presión arterial ¿Una alternativa al holter? ¿Hipertensión de “braga blanca” en lugar de “bata blanca”?
La noticia llega ahora desde la Universidad de California, San Diego, y la idea de base tiene mucho que ver con la ropa interior de Philips. El equipo del profesor de nanoingeniería Joseph Wang ha logrado crear biosensores duraderos que pueden imprimirse directamente en el tejido. Suponemos que así es más difícil de que se pierdan cuando la lavadora centrifuga. Tal como explican en su artículo, publicado en Analyst (2010;135:1230-1234), la técnica es parecida al estampado serigráfico, con la diferencia de que la tinta contiene electrodos de carbono, los cuales podrían emplearse para monitorizar la presión arterial o la frecuencia cardíaca. Además, añaden que el contacto y la exposición directa de la banda elástica de los calzoncillos y bragas sobre la piel permite monitorizar el peróxido de hidrógeno y la enzima NADH, sustancias asociadas a numerosos procesos biomédicos.
La investigación ha sido financiada por el ejército de Estados Unidos. No sabemos aún si a estas horas habrá en Afganistán soldados dotados de “gayumbos inteligentes”, aunque seguramente los militares norteamericanos serán los primeros en probarlos. No les protegerán del fuego enemigo, pero según Wang, la idea implica “la monitorización de las lesiones de los soldados durante la cirugía en el campo de batalla, y su objetivo es desarrollar sensores mínimamente invasivos que puedan localizar e identificar el tipo de herida”.
Sus utilidades, evidentemente, van mucho más allá de las contiendas bélicas. Según el equipo que ha desarrollado los sensores, pueden proporcionar información útil a deportistas y atletas o monitorizar a ancianos en sus hogares “controlando una amplia variedad de marcadores biomédicos, por ejemplo cardíacos, alertando sobre un posible accidente cerebrovascular”, señala el Prof. Wang. También dicen que pueden servir para medir los niveles de alcohol en sangre. Tal vez, pero cuesta imaginarse a la Guardia Civil de Tráfico tomando lecturas en los calzoncillos de los conductores en lugar de hacerles soplar.
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