Ramón Sánchez Ocaña
Los primeros planos que la televisión nos ofrece de los futbolistas casi siempre nos presentan a los jugadores escupiendo. Y no acabamos de entender por qué. Los de baloncesto, por ejemplo, sudan y corren como ellos, y no escupen. Los tenistas sudan, se secan después de cada tanto, pero no escupen. ¿Por qué ese constante escupitajo en el campo, que en primer plano parece que llega hasta el salón de casa? (Con frecuencia llega también el sonido mudo de sus labios diciendo lindezas de la madre de alguien.)
Es verdad que en circunstancias normales, cada individuo produce alrededor de litro y medio diario de saliva. Pero depende del líquido que ingiramos y sobre todo, de lo que eliminemos por el sudor… ¿Por qué un deportista, que suda copiosamente, tiene ese exceso salival? Puede ser un tic, como el que tienen algunos muchachos al legar a la preadolescencia, en que reafirman su personalidad escupiendo, ya ser posible, de lado. Pero en adultos y deportistas no se acaba de entender, salvo que obedezca a razones ocultas.Porque es verdad que la secreción de saliva no es constante y tiene un componente psicológico grande. Hay muchos ejemplos. Pero ahora, mientras lee, piense en una rodaja de limón y comprobará que empieza a segregar saliva. Se calcula que en reposo cada una de las seis glándulas salivales de que disponemos segregan 0,08 centímetros cúbicos de saliva por minuto. Pero aumenta de manera considerable según nuestro estado de ánimo. Incluso se ha propuesto establecer un termómetro psíquico basado en la medición de saliva. Mucha saliva es alegría y, sobre todo, es ansiedad.Poca, puede indicar nerviosismo (como demuestra el vaso de agua de quien habla en público).
Pero ¿qué es lo que ocurre para que los futbolistas manifiesten esa indudable sialorrea? No se sabe. Hay casos descritos de este exceso de producción salival en que contabilizaron hasta 10 litros diarios. Sería esa imagen de quien habla y no puede contener la producción salival y lleva siempre el pañuelo en la mano para secarse continuamente las comisuras.
No es éste el caso de los jugadores de fútbol que, sin embargo, pese a la cantidad de líquido que eliminan, deben tener tal aumento de saliva que no pueden pararse un segundo sin lanzar al campo su escupitajo.
No hay razones especiales para ello. Salvo que su estado de ánimo, su estado de ansiedad, les produzca un aumento considerable de saliva; o que la influencia de algunos medicamentos incremente su producción. O simplemente, y es lo más probable, se deba a la zafia costumbre de escupir, como mucha gente aún sigue haciendo por la calle. Porque las causas de la sialorrea que se citan en los manuales hablan de Parkinson, embarazo, cambios hormonales femeninos, etc., cosas que no sufren, desde luego, los futbolistas en activo.
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